BDSM Library - Atragantadas con su orgullo -Spanish

Atragantadas con su orgullo -Spanish

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Synopsis: Este relato novela, fué un reto al Club FSV, que entonces estaba vivo. En el mismo participábamos dos de las ADM's del Club FSV, Es una historia un poco sado sexual, en donde 2 chicas fuimos avasalladas por una gran cantidad de machos ardientes de sexo y en donde el dolor causado a sus víctimas era su propio placer. Una historia en la que ya entraba Mr JOPI y que espero que quien la lea se sienta bien. Es una historia saturada de abuso sado sexual. Yo soy la protagonista como en tastas otras novelas mías, pero todo bajo el prisma de la fantasía mas audaz.

Atragantadas con su orgullo ( I )

Desde hacía varios días, los miembros parecían algo mas alterados que de costumbre. Glizia, me lo había comentado ya mas de una vez. Pero cuando realmente parecieron alborotarse mas, fue a raíz de mi respuesta a un comentario de Glizia.

Días antes, mediante los mensajes del Club, había comentado ligeramente la idea de que nosotras dos podríamos con 50 de los miembros del Club, a lo que respondí en abierto también, que sí, que era una deducción muy buena, aunque tocaríamos a poco ya que al dividir entre las dos a los 50, tocábamos a 25 cada una.

Era fácil imaginar que que si en cada tacada, nos poseían 3 a la vez......aquello duraría pocas horas. También abrí la idea de que nos follaran de dos en dos, así podríamos estar mas tiempo disfrutando.........aunque también añadí que si los correspondientes de cada una se turnaban con los de la otra....entonces podría ser mucho mas gratificante.

Recordaba estas cosas, mientras leia el e-mail que el Club nos enviaban a Glizia y a mí, decía mas o menos.....: "Mucho hablar de vuestros alardes de zorritas, pero no creemos que tuviérais valor y decencia de juntaros con los hermanos del Club......"

Decía algunas cosas mas, sin mayor trascendencia, pero lo esencial era ver que opinaba Glizia. La verdad es que habíamos desbordado todo el contenido del Club con nuestras declaraciones. Ahora, la patata caliente estaba en nuestro tejado.

Envié rápidamente un e-mail a Glizia para saber si lo había leído y me contestó con otro.....: "Sandra, lo he leído a la vez que tu. Es algo que no esperaba que fueran capaces de proponer, pero lo han hecho. Desde mi punto de vista, tenemos dos alternativas....Aceptamos y nos enfrentamos a 50 machos ardientes o los rechazamos y huimos del Club......Espero que me des tu opinión, cielo".

Leí su respuesta, que imaginaba antes de cursar la mía.....y escribí : "Glizia, se lo que nos estamos jugando. Se que ellos tienen las fichas de cada una de nosotras. También sé que las utilizarían para usarlas en nuestra contra.....En fin, la verdad es que con un máximo de 5 ó 6 para mi sola, podría apañármelas.....pero es que son nada menos que 50. Acuérdate de lo mal que lo pasamos leyendo la novela de José_Pirulo, lo que debía soportar la pobre Laura.....Creo que es una pasada, quizás si accedemos no pasará nada, pero siento un nudo en mi garganta. Por una parte, sería muy gratificante, pero por otra me aterra ser follada y violada por el total de sádicos y lascivos miembros de nuestro Club. Piensa en esto y respóndeme....ok?...un beso mi vida...Sandra"

La respuesta de Glizia llegaba en menos de 2 horas y decía : "Sandra, debes decidirte si vienes o no, yo ya he dado mi consentimiento en abierto por el Club, ahora te toca a ti decidir......y la verdad es que me siento algo excitada, si....pero también asustada.....Dime algo lo antes que puedas.....un beso....Glizia".

Leí cada uno de los correos, varias veces.....ya casi me dolía la cabeza de tanto leer y releer. Me estaba acariciando, mientras leía el reto inicial y los comentarios entre Glizia y yo. La verdad es que sentía el morbo del reto, pero en cuanto me paraba a pensarlo un segundo....me deshacía en temores. Una cosa era fantasear con ese tipo de cosas y otra vivirlas en la realidad.

La verdad es que podía ser una oportunidad única, ya que estaba sola, sin problemas de familia y con un mes de vacaciones en pocos días. Pero desconocía la fecha en la que pudiera reunirse el Club...y así se lo hice saber, semi decidida, a Glizia .....: "Amor, la verdad es que me gustaría probarlo, pero claro, poner a tanta gente de acuerdo, no creo que sea nada fácil....Tengo vacaciones dentro de 3 días......y no creo que ellos puedan ponerse de acuerdo......en tan poco tiempo. Diles que yo también acepto, pero que ha de ser en la próxima semana......ok? Un beso mi amor.........Sandra".

Me quedé de piedra, cuando antes de irme a dormir....abrí el correo y allí había una respuesta de Glizia..........Decía : "Sandra, todo está acordado....El Club se adapta a tus vacaciones.....¡¡ Es algo extraño, pero lo han logrado en menos de una hora !!. Así que ya solo tienes que ir a recoger el billete al aeropuerto mañana a lo largo del día. Te notificaré la referencia por e-mail.....sabes?....estoy tan nerviosa como tu, pero poder conocer en vivo a nuestros hermanos del Club, es algo que me está volviendo loca.....Espero que no te acobardes ahora, mi amor.....yo sola con todos no podría.....Un beso.......Glizia".

Me había quedado lívida al recibir ese mensaje......No podía dar crédito a que aquello pudiese ser real.

Apagué el sistema.....y tras tomar mi leche, me lavé y me acosté desnuda (como hacía siempre).....pero el sueño no aparecía en mi mente. Sólo imaginaba lo que pasaría, si al final, iba a la cita.

Cuando conseguí dormirme, las pesadillas se cebaron dentro de mi ser....y me desperté alterada y empapada en sudor. Me levanté muy nerviosa y con signos de cansancio muy agudizados.

Después de desayunar y ducharme, me vestí con ropas ligeras, ya que estábamos en la fase de primavera pero con un calor algo sofocante para la época. Y salí dispuesta a relajarme con el trabajo de cada día.

Esa mañana se me dio bastante mal. El jefe me había ridiculizado dos veces seguidas...una ante el Director y la otra ante mis compañeros. Me sentía tan desesperadamente mal que a mi mente acudieron los e-mail del Club y los de Glizia.

Consulté mi correo y comprobé que tenía pasaje en un vuelo, que me llevaría a destino en pocos días.

Cuando conseguí llegar a casa, estaba molida. Me acababa de desnudar, cuando sonó el teléfono......Se trataba de mi Jefe (que me trataba bastante mal, tanto en público como en privado)....diciéndome que se pasaría por mi casa, para que le firmara unos documentos necesarios para una reunión a primera hora de la mañana.

Pensé que era una pasada que alguien como mi Jefe abusara hasta esos extremos conmigo.....le dije que podía venir y me fui a poner una ropa mas decente para esperarle.

Llegó a las dos horas de la llamada. Como saludo una sonrisa y en cuanto me di la vuelta, para que entrara en mi casa, un fuerte manotazo de las nalgas, que me hicieron rechistar y hasta dar un respingo.

Bueno, no contaré lo que sucedió, pues corresponde a otro espacio distinto. Pero me humilló todo el rato, sin dejar de sobarme y hacerme sentir algo peor que una zorra.

Cuando se fue respiré aliviada y me preparé el baño para que el agua caliente me relajara.

Después de quedar seca y desde luego mas relajada, me preparé algo de cena y me fui al salón para estirarme y comer algo mientras veía una película que me agradaba. Una media hora después de empezar la película, sonó el teléfono. Era mi Jefe de nuevo, para disculparse de su comportamiento. Acepté sus disculpas y tras unas palabras simples, colgué.

Conseguí retomar el hilo de la película y en cuanto me empezaba a sentir bien de nuevo, otra llamada mas de teléfono. ¡¡Que horror !!. Era mi Jefe de nuevo para decirme que mañana debía llegar un poco antes para que le sacara unos documentos del sistema. Acordé en ir antes y colgué.

La película era ya un amasijo de escenas sin sentido (deberían tenerlo, pero fui incapaz de encontrarlo)...así que apagué la tv y me fui a tomar un vaso de leche y una pastilla para el dolor de cabeza.

Me acosté y dormí con pesadillas constantes..en donde veía a mi Jefe que se reía de mi. Desperté sobresaltada y tras ducharme......desayuné y me vestí para acudir al trabajo una hora antes de lo habitual.

El día fue mas odioso que el anterior. Al salir por la tarde del trabajo, estaba decidida a tomar las vacaciones adelantadas y salir a escape de mi casa.

Al llegar a casa, abrí mi sistema y puse un correo a mi Jefe diciendo que al tener las vacaciones inmediatas y dado el estrés que tenía acumulado, que cogía un par de días, de los que me debían, anteponiéndolos a mis vacaciones.

A continuación, consulté el correo del Club y al no tener noticias, escribí uno a Glizia en el que la decía que a la mañana siguiente, iría a recoger el pasaje de avión para la cita.

Después de enviar mi correo de confirmación, estuve toda la tarde alternando el chateo en el Club con los correos que me llegaban de uno y otro.

Ya estaba decidida a acudir a la agencia que me indicaba Glizia. Me acosté pues me sentía muy cansada.

Al despertar, hice todo de un modo mas calmado y cogí el coche para ir hasta la agencia. Tardé poco mas de una hora. Me atendió una chica de lo mas agrdable y me dijo, resumiendo, que tenía plaza en cualquier vuelo que partiera a partir de mañana a las 08.30 horas local. Pero lo curioso era que tendría un chófer en la puerta a la hora que dijese para llevarme al aeropuerto. Y que con sólo una hora antes de desear salir de casa, el coche se presentaría para llevarme.

Y lo mas inaudito de todo, es que estaba pagado todo en primera clase.

Me propuse la idea de salir hacia primera hora de la tarde y lo comuniqué a la agencia. Quedaron en que un coche me recogería a las 3 de la tarde. Debía partir, si no había conflictos, a las 4.30 horas p.m.

Consulte mi correo y estaba lleno. Seleccioné el de los mas conocidos y comprobé como Glizia y José_pirulo me indicaban la mejor hora para salir. Era mas o menos la que había preparado yo misma.

Después leí el resto de correos y llegué a mojarme con los comentarios que figuraban en los e-mail.

Mientras leía los mensajes sonó el teléfono. Era mi Jefe, había leído mi correo y estaba de acuerdo en que me cogiera unas vacaciones, incluyendo los dos días de anticipación. Me invitaba a almorzar con él en su casa, pero desistí ya que mi vuelo saldría en pocas horas. No pareció sentarle mal y nos despedimos con palabras muy agradables.

Cuando colgué, me sentí extraña hasta que pude saber la causa de esa sensación. Se limitaba a que mi Jefe se había comportado conmigo como una persona educada.

Las horas pasaron, decidiendo que me llevaba de ropa, pero al leer los correos vi uno de Glizia en el que me decía que llevara poca ropa, solo ropa interior.

Asimilé su idea y tras pensarlo, sonreí mientras echaba algunas braguitas tanga y tops. Con una faldita muy corta y el pantalón que llevaría en el viaje, sobrarían.

Llegó la hora de la partida hacia el aeropuerto. Justo 5 minutos antes de la hora anunciada un coche esperaba a la puerta. Bajé con mi ligero equipaje y subí al coche en donde el chófer me atendió con total atención.

Una vez llegamos al aeropuerto, el chófer se encargó de todas las gestiones previas a la partida. Me entregó los billetes y algunas revistas que el mismo había comprado para mí. Me sentí algo extraña ante la situación por la que iba a atravesar.

Me despedí de él, cuando se anunciaba mi embarque......y entré en la cola que me daba acceso directo a mi destino y por consiguiente al reto establecido en el Club.

Ya todo estaba montado. No podía dar marcha atrás, pues no disponía de suficiente dinero para la vuelta. No lo pensé mas y accedí al enorme avión para un vuelo transatlántico.

Me acomodé en el asiento que tenía reservado. A mi lado se sentó una mujer de edad algo avanzada. La calculé unos 60 años...quizás estuviera equivocada.....pero que mujer mas extraordinaria. No la he vuelto a ver o saber algo de ella, pero que delicia de persona. Me cuidó durante el largo vuelo, aparte de intimar bastante y ella contarme que visitaba a sus hijos en la Argentina.

El vuelo debía hacer una escala en mi destino y otros dos mas. para el destino de esta mujer. Pero se comportó de tal modo agradable que no dormí en todo el trayecto. Yo le dije que me reunía con mi hermano de Argentina, al que hacía muchos años que no veía, en la primera escala.

El viaje era tan largo, que llegué a sentir amor por aquella mujer. Era una mamá enamorada de sus hijos e hijas, residentes en la Argentina desde hacía unos cuantos años.

Era capaz de sentir como la vida que rebosaba aquella mujer, me impregnaba a mi misma. El viaje era muy largo, pero a mi se me hizo demasiado corto. Cuando me despedía de ella, mis lágrimas afloraron en mis ojos y ella, aún tuvo suficiente sangre fría para darme ánimos, después de abrazarme y llamarme hija......Eso fue algo que me hizo llorar durante varios minutos sobre su hombro.

Después me disculpé por haberla manchado el vestido con mis lágrimas y me dijo, que ojalá su vestido siempre estuviera manchado de lágrimas de amor y amistad.

Cuando me despedía de ella, para su siguiente tránsito, mis lágrimas brotaban vivas de mis ojos. Sabía que ella las vería y me envió un beso que no olvidaré en mi vida. Fue un beso desde la lejanía, pero mas fuerte que mil barreras anti radiación.

Y me llegó. Lo asimilé como norma para mi vida restante. Esa mujer me hizo ver el camino de la verdad, el amor, la amistad.......y mas cosas que no vienen al caso. Estaba en semejantes pensamientos y con mis lágrimas corriendo vertiginosas por mis mejillas, que no me di cuenta de que alguien me buscaba hasta la segunda parte de los anuncios.

Cuando fui consciente en donde me aguardaba mi guía, apresuré la marcha y vi el lugar indicado. Reconocí a José nada mas acercarme y él. Estoy segura que también él lo hizo conmigo. Me acerqué y solo con nuestras miradas, me abracé a él y le di un largo beso es sus labios......al que correspondió, apretándome fuerte.

Cuando nos separamos, nuestras sonrisas lo decían todo. Me acarició el rostro y limpió mis últimas lágrimas, hasta que cogiendo mi bolso de mano, se apropió de mi brazo y me hizo sentarme en una mesa libre en la cafetería.

Nos sentamos frente a frente, sin haber pronunciado hasta ese momento una sola palabra...pero el rompió el silencio, al decir :

Seguí mojando mi bollo en la leche chocolateada y al irlo a comer, un chorretón empapó mi blusa.......José, rápidamente acercó una servilleta a mi pecho y limpió la mancha lo mejor que pudo, abriéndome la blusa y rozando mis pechos sin darle importancia alguna.

Me dejé hacer en silencio. Le miré disimuladamente, mientras me manoseaba pero no le dije nada de nada. Cuando terminó de aplacar la mancha, me dejó la blusa abierta y me indicó que siguiera comiendo.

Me apresté a terminar cuanto antes aquel bollo y dejé que mi blusa mostrase a la vista de José mis pechos firmes. Ni siquiera intenté cerrarme algo la blusa. Terminé de comer y él se encargó de abotonar mi blusa en un par de botones, hasta que mi pecho quedó guarecido.

Pagó la cuenta y cogiendo mi bolso de mano, salimos al exterior del aeropuerto. Caminamos hasta donde tenía aparcado su coche, sin decir apenas una palabra, aunque él me llevaba cogida del pelo. Pero yo no le protesté en momento alguno.

La verdad es que sentía tan desplazada y aislada que tener a alguien como José cerca de mi, ya era una bendición. Dentro del coche, me sentí muy acalorada y aunque no le dije nada el me lo notó y me anunció :

Me quité mi cazadora vaquera y la coloqué en el asiento trasero del coche.......y poco después y aunque algo azorada, me iba desabotonando la blusa, mientras el conducía al parecer ajeno a mis actividades.

El aire que entraba por las ventanillas abrió mi blusa del todo, mostrando mis tetas......y cuando iba a taparlas con mi blusa me dijo que me quedara así.....que a él no le molestaba para nada.

Después de unos 15 minutos de tránsito por carreteras de arenas polvorientas, paramos junto a una vereda en la que sentía la humedad de un río.

Se bajó del coche y vino a mi puerta para abrirla. Me ayudó a salir, volviéndome a coger del pelo. Pensé que sería una costumbre de aquel lugar.

Salí del coche y mientras él mantenía mi pelo capturado por su mano, me dijo :

Me sentía tan abrumada, que mecánicamente me quité los playeros y acto seguido el pantalón mientras el me sujetaba del cabello, jalonándolo cuando perdía el equilibio.

Así quedé semi desnuda ante él.....y entonces me soltó el cabello y dándome la mano me llevó medio saltando y corriendo hasta el riachuelo. Fue una carrera extraña, pero en la que no me sentí molesta. Estaba con mi hermano...y ya nada podía detener mi amor por él.

Al llegar a la orilla, me dijo :

Asentí con mi cabeza y me quité la blusa, metiéndola dentro del agua. El me indicó también mi braguita. Me la quité, delante de él y la metí también dentro del agua. Me sentía extraña estando desnuda ante él, pero seguí lavándola metida dentro del riachuelo. La pastilla de jabón que me había entregado la frotaba contra mi braguita y mi blusa, para estrujarlas despues mientras él me contenplaba sonriente.

Terminé de lavar las dos prendas y tras extenderlas en una piedra algo mas arriba, me acerqué a José, quien me dijo :

Mientras me mantenía dentro del agua, le di mi espalda y doblando mis caderas por la cintura, le expuse mis nalgas abriéndolas con mis manos.

Estando en esta posición, escuche voces a mi espalda......

Al oir las primeras voces me había sumergido en la poza del riachuelo, girándome ante los recién llegados y protegiéndome los pechos con las manos, mientras el agua fría me llegaba hasta el cuello.

No podía creer que él deseara eso para conmigo, pero al mirarle a la cara, supe que lo decía en serio. Y emergí del agua, pero cobriendo mis tetas con un brazo y con la mano del otro tapando mi sexo.

Me costó un esfuerzo terrible, pero con mis lágrimas a punto de desbordar mis lagrimales, separé mis brazos dejando ver mi desnudez ante aquellos invitados, de aspecto rudo y agresivo.

___________________________ Final de la 1ª parte _________________________

Atragantadas con su orgullo ( II )

Estaba asustada, desnuda ante aquellos seres que me miraban con la lascivia mas brutal en sus miradas, mientras José les permitía todo.

Se acercaron a mí y rozaron mi cuerpo húmedo. Mis pezones estaban muy erectos por el frío en mi cuerpo. Me sobaron sin importarles mis quejas....solo era sobar y sobar...hasta que me hicieron sentir tan humillada, que mis lágrimas desbordaron mis ojos y gemí.

José se acercaba en ese instante y al verme llorar, con ellos dos sobándome impúdicamente, les dijo :

Cuando se hubieron ido y quedé a solas ante José, me sentí mas avergonzada aún que con ellos, pero él se acercó a mi y tras sonreirme, me dijo :

Se sentó cerca de la orilla, sacándose un enorme pene que cimbreó ante mi atenta mirada. Yo tuve que meterme dentro del agua de nuevo, para poder arrodillarme y acercar mi boca y mis manos hacia aquella cosa que se me ofrecía. Según mi boca se acercaba a su pene, sus manos me cogieron nuevamente de los cabellos y deduje que era lo habitual en aquel país. Dejé que él guiara mi boca hasta su poll, que ahora estaba erguida y con ganas de pelear dentro de mí.

Sentí como la culebra se metía dentro de mi boca y aunque ascos no la hacía, me sentí extraña de tenerla dentro de mí. Sus manos en mi pelo, forzaron mi cabeza sobre su polla y al clavarse dentro de mi garganta, pataleé un poco con mis piernas mojándole ligeramente.

Ni siquiera me permitía mirarle. Asentí para dentro de mí y dejé que me violase a su antojo. Sentía como se clavaba una y otra vez dentro de mi garganta, moviéndome el la cabeza a su total frenesí.

Las lágrimas me desbordaban los ojos al sentir como aquella masa, tapaba mis conductos respiratorios durante muchos segundos seguidos. Me debatía como podía, pero sin poner demasiado rechazo a las presiones de José.

A los pocos minutos, sentía que la polla cobraba una nueva fuerza y como las manos de José apretujaban mas y mas mi cabeza contra su pene, hasta que un un instante, se derramó dentro de mí, manteniéndome la cabeza muy aplastada contra su polla, que escupía su primera lechada.

Sentí como se colaba directamente por mi garganta hasta caer en mi estómago. Me dejó respierar un segundo, para nuevamente una nueva oleada de líquido pastos y ardiente que llenó toda mi boca. Tragué cuanto pude, pero sin poder evitar que algunos hilillos grumosos cayeran por las comisuras de mis labios.

En varios embates mas, mi cuerpo tragaba una nueva emisión de semen, que tragué como pude, sin preocuparme de nada de lo que pudiera srgir a continuación.

Cuandó terminó de correrse en mi boca, afllojó un poco la tensión de mi pelo y pude respirar, a la vez que sorber los últimos restos de esperma contenidos en el interior de su conducto.

Permanecí pegada a su pene, aún a pesar que se había relajado. De repente, me separó fuertemente de él y elevando mi cabeza, por los pelos, hasta tenerme cerca de su cara, apoyó sus pies sobre mis tetas y extendiéndolas de golpe, me lanzó contra el riachuelo.

Por un instante me sentí volar por el aire, desconcertada ante ese gesto, para inmediatamente caer sobre el agua fría y sumergirme por completo. Manoteé y conseguí hacer pie y serenarme.....Le miré a los ojos atemorizada, pero sobre todo aturdida por lo que me estaba haciendo.

El se rió al ver la cara que ponía y dijo :

Salí del agua, mas asustada que dolida. Me agarró del pelo y me condujo entre la pedriza, que se clavaba en mis pies sensibles, hasta una roca redondeada a pleno sol.

Subí a lo alto de la roca, sintiendo el fuerte calor que despedía, pero sin que llegara a quemarme del todo, aunque era muy molesta semejante sensación. Me tumbé como él me indicaba y me sobresalté al notar en mi espalda el fuerte calor de aquella enorme roca expuesta al sol.

Hice lo que me decía mas asustada por el tremendo calor de la roca, que por estar expuesta al sol y desnuda. Y me ató los tobillos y después las muñecas, dejando mi cabeza la altura de sus muslos. Me terminó de tensar, mientras el infernal calor evaporaba el agua de mi piel mojada y algunas columnas de ligero vapor se elevaban a los lados de mi cuerpo.

Y me vaporizó el sexo y los pezones.....alejándose lentamente después. Me sentí angustiada....no podía creer que José fuera quien pudiera hacerme estas cosas. Pensaba en el momento en que había dicho si al reto. ¡¡ Que estupidez !!. Sola en un país distante y ante una banda de inquietos lascivos y hasta quizás violadores natos. Pero ahora, ya nada podía hacer. Las moscas ya estaban dando cuenta de la sustancia golosa en mi cuerpo. Correteaban alegremente, mientras el rigor del sol y sus patitas me hacían desesperar de ansiedad.

Pensé que había pasado mucho tiempo....sentía mi cuerpo arder en cada célula y José no aparecía por lugar alguno....intenté gritar para que me atendiese, pero mi voz, entre la postura en la que me había dejado y mi garganta seca, me impedían gritar.

De repente sentí una sombra, mientras mantenía los ojos cerrados, ya que las moscas me incordiaban contantemente la cara y mis ojos. Moví mi cabeza y al abrir los ojos, pude verle de pie ante mí, aunque al estar en semejante portura lo viese al revés. Me atreví a carraspear.......

Por un instante me sentí salvada, pero solo fue eso...un instante, pude ver como se sacaba la verga y la acercaba a mi cara. Abrí la boca, para dejar que se acoplara y comenzó una nueva sensación para mi. Sentí que me tocaba la piel altamente irritada por la solanera. Mi sexo estaba especialmente sensibilizado y en el mismo, estuvo toqueteando una y otra vez, para terminar en mis pezones tan sensibilizados como mi sexo.

De haber estado libre en mi boca hubiera gritado de dolor y de angustia, pero su polla ya se agrandaba dentro de mi boca y sentía su presión brutal dentro de mi.

Me folló con mas violencia aún que la primera vez y se descargó en mi boca, mientras me retorcía los pezones.

Cuando se retiró de mí, simplemente me desvanecí.

Al despertar, había untado algo en mi cuerpo, que me hacía sentir mas fresca y además ya estaba en la sombra del árbol. Le escuché decir :

Me visto, esa poca ropa, algo humillada ante él y tras cogerme de nuevo del cabello y jalándolo fuerte, subimos la cuesta hasta llegar al automóvil.

Le obedezco rápidamente y me meto al interior y me coloco el pantalón y los deportivos. El coche arranca rápido y siento como la mano de José me desabotona la blusa y me la abre del todo, diciendo :

Ni siquiera le miro a los ojos, para evitar llorar. Me siento tan humillada y a la vez tan asustada que me mantengo quieta y muda sobre el asiento.

En menos de una hora llegamos hasta la finca....es tan inmensa, que por los parajes interiores aún recorremos mas de 5 millas. A una indicación suya, me abotono la blusa y adecento mi pelo y el resto de mis ropas. Y me atrevo a mirarle de reojo y lo noto sonriente y feliz, aunque me asusta mas aún que estando serio.

El vuelve su cabeza y me dice :

No le respondo, pero me hago a la idea de cómo debo presentarme. Llegamos hasta el parkin por detrás de la enorme mansión. Me hace salir del coche y poner la cazadora vaquera. Entonces me agarra del pello nuevamente y me conduce hasta la entrada de la casa. Me da agua de beber y después, volviendo a coger mis cabellos y jalonándolos fuerte, me saca de la casa por la puerta principal.

Veo a un montón de hombres expectantes. Algunos ya han reparado en mí. Otros sin embargo, están charlando o jugando a cosas extrañas para mí.

Escucho un silencio infernal, roto drásticamente por un vocerío de gritos y aullidos, en cuanto me ven, que me hacen temblar. José sigue teniéndome sujetada de los cabellos, mientras se dirige a sus amigos.

Silencios y jaleos para que me siga desnudando. Y José que anuncia :

Y accedo a hacerlo sin que me diga palabra alguna mas. Me quito la cazadora y la dejo doblada sobre el suelo, al lado contrario de donde está José. Y nada mas enderezarme, él me desgarra la blusa y a la vez que mis tetas quedan expuestas ante los miembros del club, los botones salen volando por el fuerte tirón.

Me quedo algo sofocada ante la exposición que hace José de mí, ante ese nutrido grupo de amigos. Sin embargo, no muevo mis brazos para cubrirme, a la vez que el jala mis cabellos hacia atrás, como si deseara que mis tetas quedaran mas a merced de mis contempladores amigos.

Termina de arrancarme la blusa ante las miradas sonrientes de algunos y mis temores crecientes y tras quedar desnuda de cintura para arriba, dice :

Esas palabras me hacen saber ya, que no me aguarda nada bueno, pero no me rebelo porque sé que nada puedo intentar en aquel lugar y dejo que me humille lentamente ante todos.

Aunque estoy un poco angustiada por el trato que estoy recibiendo, sin contar con la humillación a la que me somete José, comienzo a bajar mis pantalones, mostrando mi mini tanga y mis muslos relucientes.

Escucho voces y hasta palabras malsonantes a medida que voy descubriendo mi cuerpo, también animados por los toqueteos que hace José en mis tetas colgantes.

Cuando saco mis pantalones, dejando mis piernas libres...los tirones de pelo de José me hacen quedar erguida de nuevo y me muestra a los demas miembros del club. Se que no están todos los que deberían estar. Y como leyendo mis pensamientos José, dice :

No hago gesto alguno, mientras él hace esa exposición y me presenta desnuda ante ellos, pero añade :

Obedezco, entre risas, miradas lascivas y violaciones visuales, mientras bajo mi tanga hasta dejarlo en el suelo. Entonces José, me hace girar y quitando mis manos de mis cabellos me entreabre las nalgas para que todos aprecien mi conducto trasero. Me hace dar la vuelta, como si fuera una muñeca de juguete y separa mis labios vaginales, mostrándoles mi intimidad secreta. Me vuelve a coger del pelo y mientras me acaricia con su mano libre, dice :

Abucheos, silbidos y palabras mas altas de tono de la cuenta, era lo que les parecía a los pocos que habían allí, pero al final se calman y se disgregan, unos cabreados y otros sonrientes......Cuando quedamos solos José y yo, me dice :

Le miré tímidamente, pero solo fue un instante, él ya jalonaba mis cabellos y me hacía entrar en la casa. Sabía a lo que iba y la verdad era, que a pesar de la humillante presentación me agradaba de algún modo.

Entramos en la casa y tras cerrar la puerta, me soltó los cabellos, para asestarme un fuerte manotazo en mis nalgas desnudas. Di un respingo, pero no huí ni lo miré de modo alguno, sólo aguanté a lo que él deseara hacerme.....me sentía entregada a él, totalmente.

Pero, no hubo nuevo amnotazo, ni empujón, ni estiramiento de cabellos. Simplemente, José puso su mano derecha sobre mi hombro y me llevó escaleras arriba hasta su dormitorio.

Nada mas entrar en su dormitorio, vi la cama hacia donde él me conducía. Me hizo detener a un metro antes de llegar y sentándose en el borde, se desnudó ante mi atenta mirada y mostró su enorme pene apuntándome sin piedad.

Sabiendo lo que deseba, me hinqué de rodillas y ya acercaba mi boca, cuando él con un fuerte bofetón en mi cara, me dijo :

Volví a incorporarme y abriendo mis muslos, doblé mi cuerpo hasta que mi boca alcanzó el pene que palpitaba nervioso ante mi cara. Lo dejé entrar y moviendo mi cabeza, comencé a masturbarlo, mientras él se apoderaba de pis tetas y me las retorcía de un modo algo salvaje. Sin embargo no rechisté en momento alguno y seguí lamiendo con mi lengua y mis labios lubricados, el roce continuo de su polla en mi boca.

Cuando ya comenzaba a palpitar dentro de mí, separó mi cabeza de su polla y haciéndome dar media vuelta, me hizo sentarme despacio sobre la polla enorme, caliente y sedienta de escupir su lechada. Sentí, como mi ano se hacía mas y mas ancho, a medida que el glande se hundía en mi conducto.

En menos de cuatro intentos, me hacía dejar caer sobre sus piernas, recibiendo en mi recto una polla enorme, caliente que me separaba la carne y los huesos.

Era una sensación siempre nueva para mí, pero afortunadamente ya la había vivido antes y mi recto se acoplaba bien ante esas dilataciones.

Cabalgué durante unos minutos sobre su polla, que me hacía soltar lágrimas, aunque el placer que sentía me hacían desear muchas sesiones mas como ésa. De repente se separó de mí y dándome media vuelta, se acopló en mi vagina de un solo toque. Y le volví a cabalgar, enfurecida conmigo misma, pues estaba comenzando a correrme sobre su polla de la excitación que me dominaba.

La sentía tan dura dentro de mi cuerpo, que pensaba que se correría de un momento a otro dentro de mí. Pero aún, pareció saber controlarse y despues de 5 minutos cabalgándole el miembro super erecto, se separó de mi, mientras mis flujos combinados con los suyos corrían por mis piernas, para acto seguido, cogiéndome de los cabellos acercar mi boca hasta su pene cubierto de mil sabores y aromas.

Y antes de que pudiera ser consciente de lo que sucedía, me la clavaba en la garganta y sujetando mis cabellos, escupió un líquido caliente, que a traves de mi exófago lo sentí caer en mi estomago.

Siguió eyaculando, pero ya moviendo mi cabeza a su antojo, hasta que dejó de emitir esperma dentro de mi boca. Terminé por limpiarle suavemente, aunque aún la sentía dura dentro de mi boca, hasta quedar los dos en reposo.

Me hacía levantar, cuando sonaba un coche fuera. Me apartó de un fuerte movimiento, cayendo de espaldas sobre el suelo de madera, mientras él se aproximaba a la puerta de atrás, para ver de quien se trataba.

Cuando, entró traía a Glizia sujeta por los cabellos como hiciera conmigo, horas antes. La acercó hasta donde me encontraba yo, totalmente manchada de los flujos míos y la lechada suya......y la arrojó sobre mi cuerpo, mientras se encargaba de desnudar a Glizia.

Ella, supo lo que debía hacer y sorbió los restos de mis flujos y el esperma de José, mientras iba quedando desnuda. Cuando me dejó limpia, se acercó a mi boca y me beso, como no esperaba ya que lo hiciera ser alguno en mi vida.

Bebimos nuestros flujos fuertes, mezclando mil sabores, mientras nuestras lenguas jugaban y se afanaban en recorrer nuestros escondrijos bucales. Poco después el beso era algo mucho mas profundo y lleno de amor.

Glizia se afanó rápidamente en acoplar su lengua arrodillada entre las piernas de José. Y mientras le mamaba la polla, yo lo hacía en su vagina......que rica estaba mi hermana mosquetera....que placer me daba sentirla removerse ante mis caricias. Mi lengua pivotaba entre sus pliegues jugosos que me llenaban de placer, hasta tal punto que mis piernas abiertas y flexionadas, mostraban mi vagina chorreante para alguien que hubiera estado detrás de Glizia.

De repente, sentí que perdía el cuerpo de mi hermana.....pero era que José la había hecho ponerse sentada contra su polla, para taladrarla el ano, igual que lo hiciera conmigo momentos antes.

Decidí levantarme y acercarme hasta José mientras Glizia cabalgaba sobre su polla, haciendo que sus tetas parecieran enloquecidas. Arrimé mis tetitas a José, para que jugara con ellas. Pero se limitó a pellizcarme los pezones, con mucha fuerza, haciéndome llorar de dolor. De un fuerte manotazo, me separó de él. Y según rodaba por el suelo, conseguí ver como Glizia cambiaba de posición y ahora su vagina estaba recibiendo el enorme falo que la poseía.

Me incorporé, solo para apreciar como Glizia le cabalgaba cono mayor soltura que yo misma.......Miré a José y le vi feliz ante Glizia. Estaba claro que ella era mejor amazona que yo. Durante unos minutos, la retorció los pezones como a mí hasta que llegó a desplazarla de la cabalgadura de un fuerte manotazo en cada una de sus tetas, pero de abajo hacia arriba, que debieron de dolerla de un modo increíble.

Y acto seguido, cogía sus cabellos y hacía que su boca sujetase el fuerte y ya palpitante pene, para derramarse dentro de su boca.

La furia con la que se estremecía me hacía asustarme, pero Glizia tragaba cuanto podía de la corrida feroz dentro de su boca.

Cuando se cansó de ella, la dio un fuerte empujón y agarrándome de los pelos, me hizo limpiarle la polla, hasta quedar sin rastro de semen en parte alguna. Después, de un fuerte manotazo en mis tetas, me arrojó junto a Glizia, que aún jadeaba del esfuerzo y la lamí cada rastro, tanto de sus flujos, como de la lechada de José.

En cuanto estuvo limpia, José se levantó y con su polla ya emplamada de nuevo, nos dijo :

Nos levantamos, medio aniquiladas por una sola sesión, pero le acompañamos hasta la puerta principal, jadeantes y con los ojos vidriosos de deseo......y algo de miedo reconcentrado.........

_______________________ Final del capítulo 2º ____________________________

Atragantadas con su orgullo ( III )

Nada mas asomar por la puerta principal, noté que el número de hombres había aumentado considerablemente. Miré a Glizia de reojo y la vi tan alterada como yo. Era una horda que nos aguardaba para violarnos sin tregua. Así lo habíamos aceptado nosotras, que para colmo éramos las provocadoras del Club FSV.

José nos mantenía cogidas de los cabellos y nos tiraba fuerte de los mismos, mientras nosotras, desnudas y humedecidas de sexo, intentábamos que nos fueran mas leves los tirones de pelo.

Nos rodearon casi de inmediato y José dijo :

Nos sentíamos humilladas al ser presentadas de ese modo a los casi 75 miembros que habían aparecido. Unimos nuestras manos cercanas, mientras José exponía nuestros cuerpos desnudos y relucientes por el sudor y la excitación recién vivida.

Los comentarios y algún que otro silbido nos retraían mas, si eso era aún posible.

Por fin José, liberó nuestros cabellos y desnudas las dos nos fundimos con el grupo de hombres, dispuestos a violarnos de un modo u otro. Miraba a Glizia, cada vez que podía, pero ella siempre estaba con mil manos sobre su cuerpo y besos en su boca. Mas o menos como yo misma. Me sentía aturdida entre sobeteos, caricias, besos y hasta algún pellizco que otro.

No me desagradaba encontrarme tan sometida entre tantos hombres, aunque si me sentía algo sofocada por los besos y las caricias que recibía. Cuando conseguí salir del largo pasillo de hombres a ambos lados, miré hacia atrás y vi que Glizia también llegaba a mi posición, con sus labios y pezones colorados de tanta fricción.

Reparé en mis pezones y otras partes de mi cuerpo y me di cuenta que yo estaba señalada también por los manoseos de los miembros de nuestro club.

Miramos a todos lados buscando a José, que parecía el mas responsable y hasta quizás el organizador de la fiesta, pero no le encontramos por lado alguno.

Y antes de que nos diéramos cuenta, habían llegado hasta nuestra posición, dos chicos que nos dejaban disminuidas por su tamaño, pero que solo distribuyeron carbón sobre las bases de la gigantesca barbacoa.....la prendieron fuego en varios puntos y nos entregaron unas planchas de cartón para que aireáramos en todo momento, hasta formar una brasa.

El sol de la tarde nos tenía medio axfisiadas, pero el calor del carbón al calentarse era casi irresistible.

Al principio, se quedaron tras de nosotras dos, para indicarnos como debíamos avivar las brasa. Y a pesar que ambas les comentábamos que sabíamos como hacerlo, ellos insistían en mostrarnos los métodos. Era su forma de manosearnos a su antojo, mientras se justificaban hacia la comunidad de que estaban haciendo algo útil.

Detrás de Glizia quedó un hombre de cerca de 2 metros y algo mas robusto que 100 robles. Detrás de mi, quedaron dos hombres, de no tanta estatura, pero si fornidos y musculados. Podía observar como el hombre que estaba tras Gilzia, ajustaba sus dedos en sus pezones y la adiestraba en como mover la plancha de cartón, moviendo él sus pezones pellizcados con sus dedos.

En cuanto se dieron cuenta de cómo Glizia obedecía las indicaciones de su portor, mis dos hombres, cada uno, se apropiaba de un pezón aprisionándolo entre sus dedos. Y le imitaban a él, por lo que mis pezones estirados hacia arriba, indicaban que subía la plancha de cartón....y un tirón hacia abajo, significaba que debía bajar la plancha.

Veía a Glizia como se esforzaba, algo desesperada de tener que soportar la tensión sobre sus pezones, mientras movía la plancha para avivar las ascuas. Los hombres que tenía detrás de mí, pareceía que aprendían al mismo tiempo....y pellizcando mis pezones, los izaban y los bajaban drásticamente, sin que pudiese siquiera rechistar.

A cada monimiento de ellos en mis tetas, yo procedía a mover la plancha de cartón. Pero de vez en cuando uno u otro de los hombres que me incordiaban de semejante manera, me asestaban un fuerte manotazo con su mano libre en las nalgas.

A los pocos minutos, mis lágrimas se hacían paso en mis ojos......y estaba a punto de comenzar a llorar, cuando escuchamos voces mas lejos. Involuntariamente, Glizia y yo movimos la cabeza hacia el lugar en donde se producía el alboroto, pero sin dejar de mover nuestros brazos por los impulsos de nuestros monitores.

Llegué a captar algo así, como que les parecía mal que sólo tres del club estuvieran en posesión de las dos únicas chicas. Tampoco, yo entendía como hatsa el momento no nos habían arrinconado y violado, pero el caso es que solo éramos tratadas por aquellos tres miembros del club.

Giré mi cabeza hacia Glizia y nuestras miradas coincidieron. Pude verla, sofocada y a punto de lagrimear, del escarnio a que la sometía su monitor....pero seguía al igual que yo, moviendo sus brazos y avivando la brasa de la enorme barbacoa.

Tanto Glizia como yo, nos dejamos manipular y seguir sus consejos. Estábamos en la labor de hacer que la brasa se hiciera por igual, cuando uno de los miembros del club, dijo :

Uno de los miembros del club, no muy joven y mal educado (por cierto, para mi espanto se trataba de mi Jefe en España), añadió :

Nos quedamos petrificadas las dos, al escuchar tamaña insensated, pero antes de que pudiésemos decir alguna cosa, otro de los miembros del club (que tanto a mi como a Glizia, tampoco nos caía nada bien) dijo :

José se levantó y acercándose a quien hablaba, preguntó :

El mentor de la fórmula, admitió el método y mientras nosotras dos, aisladas y haciendo formar la brasa, sudando como dos tontas bajo el último sol de la tarde y los 45º de temperatura, comenzó su exposición a la vez que nosotras hablábamos de nosotras mismas.

Veía a Glizia algo nerviosa, pero yo no lo estaba menos que ella. Nuestras miradas se cruzaban y casi nos decíamos todo con nuestras miradas...Nos hubiera encantado poder estar juntas en la habitación de José, en lugar de estar pasando un calor insoportable. Glizia era mucho mas mujer que yo y su cuerpo era el de una diosa. El mío era mas delgado y como mas débil, pero notaba que a Glizia le gustaba como era yo.

Seguimos haciendo la brasa, distribuyendo nuestros abaniqueos por toda la barbacoa, hasta dejarla preparada y lista.

En cuando descansamos del frenético movimiento de nuestros brazos por avivar la brasa, nos percatamos que un grupo de hombres se aproximaban a nosotras. Nos quedamos inmóviles, sabiendo que algo malo nos iba a suceder.

Llegaron hasta la posición nuestra y el grupo de seis hombres, a cual mas fuerte, esbelto y guapo, nos miraban con los ojos vidriosos de lascivia. Miré a Glizia de reojo y supe que ella presentía lo mismo que yo. Era inmediato que pasaran al ataque y nos violaran sin contemplaciones.

Sin esperarlo, un fuerte manotazo en mi cara me hizo rodar por la arena, sin comprender muy bien porqué venía aquel proceder. Me quedé dolorida en el suelo, sin atreverme a levantarme.....miré hacia donde estaba Glizia, que estaba siendo inmovilizada por tres de los hombres, aunque no la habían golpeado.

El que me había abofeteado, me agarró del pelo y cuando comenzaba a mover mis piernas para ponerme de nuevo en pie, me asestó otro fuerte manotazo en la otra mejilla, volviendo a lanzarme cotra la arena, por la que rodé descompuesta, sin saber porqué me atacaba de aquel modo.

Mis lágrimas se agolparon en mis ojos y un dolor muy fuerte se apoderó de mi cara. Esta vez, quien me cogía del pelo, me arrastraba sin piedad sobre la arena ardiente, hasta dejarme entre un montón de piernas desnudas. Conseguí entre mis lágrimas mirar un poco mi nuevo lugar y pude verme entre un grupo de unos 12 hombres, con la polla en la mano, masturbándose sobre mí.

Supuse que se correrían sobre mi cuerpo desnudo, pero por el momento solo se meneaban los instrumentos. Algunos, muy grandes y fuertes. De entre el grupo, apareció Glizia, que lloraba al verse empujada a traer una fuente de cristal y ponerla ante los penes que se movían frenéticos para conseguir las primeras lechadas.

Los mas excitados, se corrieron rápidamente depositando sus chorros de esperma caliente en la fuente que Glizia sujetaba estoicamente. La miré y nuestras miradas se cruzaron, sin decir palabra alguna.

Nuevas vomitadas de esperma, se iban acumulando sobre la fuente. Yo me mantenía de rodillas, sin saber que hacer. Al parecer a ellos les bastaba con que le viera así, magreándose a conciencia para escupir la ponzoña de sus pollas enormes.

Glizia, llegado un momento la obligaron a que fuera limpiando las pollas que habían soltado la lechada contra la fuente, que ahora sujetaba yo entre mis manos, de rodillas en el suelo y viendo en primer plano como el semen se acumulaba en el recipiente.

Mientras ella, seguía en su tarea de limpieza, yo notaba que la fuente se llenaba mas y mas, hasta que el último de los machos terminó por correrse.

En ese instante, se abrió un pasillo y un hombre muy corpulento se acercó hasta donde estaba yo. Cogió la fuente llena a rebosar de esperma y sacando una cuchara de su pantalón, dijo :

Con la cuchara había recogido esperma de la fuente y pretendía que yo la tragara. Sentí que el estómago me salía por la boca, pero en un acto de control de mi cuerpo....me serené y evité vomitar sobre ellos.....en pocos minutos me habia calmado, pero la cuchara goteante estaba ante mi boca.

Me llegaba el aroma combinado de las variadas lechadas y mi boca se negaba a abrirse para recibir semejante alimento. El hombre parecía impacientarse y dijo :

Y vi como Glizia se colocaba de rodillas delante de mí, llorando por sus maravillosos ojos azules y cogiendo la fuente y la cuchara, la acercaba a mi boca.

Supe que ahora ya no podía rechazarla, pues ella sería la que pagara mis errores. Abrí la boca y dejé que lea esperma aún caliente llenara mi boca. Sin paladearla la tragué. Me sentí extraña, aunque había tragado mas veces la esperma de los hombres, pero de aquella forma, se me hacía demasiado odioso.

Glizia ya tenía una nueva cucharada espesa delante de mi boca, manchada ligeramente y que por asco no lamí con mi lengua. Abrí la boca y me tragué la nueva cucharada, mientras Glizia, limpiaba con la cuchara los restos de lo que parecía una papilla.....la metía en la fuente y recogía una nueva porción de fluido espeso. Entonces el hombre que inicialmente me había intentado dar de comer esa cosa, dijo :

Esas palabras me hicieron palidecer mas de lo que ya estábamos las dos. Y Glizia se apuró en darme cucharadas mas rápidas que tragaba como buenamente podía.

La fuente iba quedándose vacía por momentos y Glizia hacía gestos de asco que no la convenían ante aquellos sádicos. Pero consiguió reponerse y terminar de darme a comer todo el contenido de la fuente. Cuando ya no quedaba mas, me obligaron a limpiar la fuente con mi lengua, hasta dejarla limpia del todo.

Sentía mi cuerpo totalmente lleno de aquellas lechadas que se licuaban en mi interior. De nuevo aquel hombre, habló :

Nos entregaban toallitas húmedas con las que debíamos limpiar los restos de semen de mi comida. Tanto, Glizia como yo, nos limpiamos los pequeños restos de esperma ya reseco de nuestras caras y pechos.

Y comenzamos a plantar trozos de carne sobre la barbacoa. Durante media hora, estuvimos trasegando con la carne hasta dejarla en el punto que solicitaban cada uno de los miembros del club.

Repartíamos las raciones gigantescas de carne en relevos. Glizia, depués de soltar el último trozo de la bandeja, era violada en su totalidad. Pero a mi me sucedía lo mismo. Mas o meno volvíamos a la parrilla de la brasa con nuestras bocas llenas y nuestros canales repletos de semen que escurrían sobre la parte interna de nuestros muslos.

La carne colocada sobre la barbacoa, daba a su fin cuando al levantar mi vista a un punto mas lejano de nuestros inmediatos clientes, puede ver a mi hermano Enro que hablaba con José.

Casi no podía dar crédito a lo que me anunciaban mis ojos. Mi hermano Enro había venido. Se lo comenté a Glizia, quien miró hacia la posición que le indicaba y pude ver una amplia sonrisa en sus labios. Supe que Glizia, sentía por él lo mismo que yo.

Terminé yo de repartir las últimas raciones de la carne, mientras Glizia se dirigía hacia José y Enro. El primero la había indicado con gestos que se acercara a ellos dos. Durante unos interminables 15 minutos, me quedé aislada entre un grupo de feroces machos, deseosos de incordiarme todo el cuerpo, mientra sme violaban por la boca y el ano a la vez.

Lo soporté, como mejor pude y cuando se hubieron corrido dentro de mi boca y demás conductos de mi cuerpo, me arrojaron sobre la arena desentendiéndose de mí. Tardé algunos minutos en recuperarme y haciendo algunos esfuerzos por levantarme, me dirigí hasta la puerta principal en donde sabía que estaría Enro y José.

Nada mas abrir la puerta, pude ver a Enro follando a Glizia. La abatía analmente mientras José la pellizcaba los pezones y la hacía aullar de dolor. Quise alejarme, pero José me vio y me llamó para que pasara.

Me acerqué a ellos y José, me dijo :

Me dirigí al baño y dejé que corriera el agua caliente. Me lavé tan a conciencia que sentía mi cuerpo escocido de tanto frotamiento. Una vez terminé de quitarme todo resto de esperma, salí del baño y sin secarme comencé por hacer un lavado de mi boca.......proporcionándole después unos enjuagues muy refrescantes.

Terminé de secarme y salí de nuevo al salón. Enro nada mas verme, se acercó corriendo, estaba desnudo y su polla pivotaba en sus pequeños saltos. Era una visión superior a lo que hubiera imaginado.

Corrí hacia él, sin importar mover mis tetas ante la visión de José y Glizia que me miraban atentamente y abrazarme contra Enro, aplatándome contra su pecho. Le besé en la boca, como si hiciera mil siglos que no besaba a alguien amado. Y durante unos minutos que me hicieron disfrutar de casi una eternidad, nuestro amor se ubicó dentro del otro.

José, ayudado por Glizia, se encargó de separarnos y decir :

Glizia y yo, mirándonos y abrazadas, asentimos en silencio. Cuando José se dirigía hacia la puerta, Glizia se agarró a él como una lapa y yo lo hacía con Enro. Salimos los cuatro en dos parejas.

Mirando de reojo a los que estaban fuera, sentí la tensión que había en sus rostros y supe que una violación sería algo ligt con lo que me podría aguardar si cayese en sus manos ahora. Me apretujé mas contra Enro y nos dirigimos hasta la mesa, que formaba la cabecera del resto de los invitados.

Ya era anochecido y solo veíamos por las antorchas que habían encendido algunos miembros del club y que iluminaban lo suficiente para ver nuestros cuerpos desnudos y excitados ante toda la manada de machos hambrientos.

Tanto Glizia como yo misma, nos acurrucamos entre las piernas de José y Enro, mientras se sentaban. Sentimos la presencia de varios miembros del club que reclamaban nuestros cuerpos para ultrajarlos y violarlos con el mayor de los descaros. Sin embargo, José les dijo :

Asintieron, o al menos lo hicieron a los que podía ver desde debajo de la mesa, mientras la polla de Enro ya estaba dentro de mi boca. Era el seguro para mí. Miré de reojo a Glizia y observé que ella acariciaba ya con su lengua el pene de José.

Pasamos una hora chupando y bebiendo derrames de nuestros hermanos, mientras ellos a su aire no paraban de comer. Tenía la cara cubierta de esperma, al igual que Glizia. En varias ocasiones, nuestras lenguas se acoplaban en en el rostro de la otra, para liberarla de restos de esperma, que tragábamos como una bendición.

En uno de los intercambios mutuos, comenzamos a oir un rumor que se hacia cada vez mas fuerte y elevado, hasta que alguien se hartó y dijo :

Entre cuatro hombres nos sacaron de debajo de las mesas a las dos, mientras el que había comentado lo de las marcas, decía :

Me asaltaron otros dos hombres mas y fui llevada ante el que anunciaba todo esto, que prosiguió :

Escuchar esas palabras y verme tirada de bruces contra la mesa, aún sucia de grasa de la cena anterior, fue casi seguido. Me ataron con tanta tensión que crei que me rasgaría al menor contacto de sus uñas.

Sin embargo, conseguí serenarme y mirar a Glizia, José y Enro, mientras comenzaban los preparativos y me amordazaban con una bola de caucho.

______________________ Final del capítulo 3º ______________________________

Atragantadas con su orgullo ( IV )

Me sentía extremadamente tensa y mi respiración era muy forzada, quizás mas por el miedo a lo que me iban a hacer, que por la propia respiración en sí. Al mirar en torno a mí, vi que muchos hombres estaban alrededor mío, contemplándome tal cual estaba sujetada a la mesa.

Mi ánimo cayó un poco mas, pero a ellos parecía agradarles la escena que contemplaban y algunos se masturbaban sin recato delante de mí. No conseguí ver a Glizia cerca de mí, era muy probable que la mantuvieran detrás mío para que contemplase en primera línea lo que le iba a suceder a ella, minutos después.

Sentí que unas manos limpiaban con alcohol mis nalgas y caderas, frotando con unos algodones. Notaba el frío violento del alcohol al evaporarse de mi cuerpo. Me hubiera gustado poder gritar, pero estaba impedida por la mordaza de caucho, que sujetaba mi lengua y me impedía articular palabra alguna.

Casi estaba deseando que me pusieran ya la marca y así poder descansar de esa tensión sicológica a la que me tenían sometida desde hacía ya mas de 5 minutos.

Oía murmullos, pero era incapaz de saber que es lo que se decía. Desconocía si se debía a mi estado anímico o si se debía a la fuerte presión que las cuerdas tensas provocaban sobre mi cuerpo. De repente, sentí que un gran silencio me rodeaba. Intenté girar mi cabeza para ver que sucedía, pero no pude mas que ladearla ligeramente y mis hombros cegaban mi visión hacia mis flancos.

Intenté gritar, removerme y hasta huir, cuando sentí la punzada del dolor brutal. Algo desconocido atacaba mis caderas y parte de las nalgas, algo que me hacía sentir el infierno emergiendo de mis entrañas, algo que me hacía revelarme contra la aberración, algo que me consumía dentro de mi misma.

Una sensación de frío, calor....y dolor total, ascendía por mi cuerpo de mis flancos traseros. Algo que no sabía como asimilar. El dolor era brutal, pero había dado paso a un picor agudo que convulsionaba cada unos de los músculos de mi cuerpo.

Durante varios minutos, solo pude mover mi cabeza arriba y abajo, que dejaron constancia del sufrimiento que gobernaba en mi cuerpo. Fueron pocos minutos, pero el dolor fue tan irresistible, que hubiese deseado morir en aquel instante.

Pensé en Glizia, cuando mi mente se serenó un poco y supe lo que estaba pasando en mi cuerpo. Y pensé en ella, porque la harían lo mismo y se sentiría morir mil veces en un solo minuto.

Los ruidos de mi entorno disminuyeron y mis oídos pudieron captar lo que se decía ante mis convulsiones, minimizadas por mis fuertes ataduras.

Pude escuchar claramente que se refería a mis nalgas y a la marca que había quedado en mis caderas. La voz del hombre que había descubierto esa combinación horrible, me llegaba clara y decía que en menos de un minuto estaría dispuesta a ser usada, aunque mis dolores y punzadas aún durarían algo mas de 10 minutos.

Antes de que fuera capaz de asimilar bien el contenido de esas palabras, sentí un ruido sordo a mi izquierda. Era Glizia, caía a mi lado y varios hombres la tensaban los brazos, mientras su cara denotaba el terror que sentía al ser tratada como yo misma, minutos antes.

Terminaron de tensarla, sin que escuchara gemidos de ella, pero podría ser también por la mordaza similar a la mía que la habían colocado en la boca. Mi brazo izquierdo me impedía verla, pero supe que estaba tensa y tan aterrorizada como yo. Y a los pocos segundos.....conseguí escuchar algo de su modo de respirar, corto y ansioso. Luego......nada.....y a continuación un gemido quebrado, que me convulsionó emocionalmente. Supe que le había sido impuesta la marca.

Tuvieron la cortesía de dejar pasar todo el tiempo recomendado, con el fin de que nuestras sensaciones se aliviaran totalmente.

Cuando ya estábamos tranquilas, aunque muy asustadas.....escuchamos voces a nuestras espaldas y supimos que la fiesta comenzaría en poco tiempo.

Fuimos desatadas, casi al mismo tiempo y según nos hacían incorporarnos, la voz de uno de ellos, aún a nuestra espalda, dijo :

Fuimos llevadas al río en donde nos bañaron completamente. Todos nos toquetearon a sus aontonjos mientras el agua corría por nuestros cuerpos desnudos.

Y pocos minutos después, volvíamos al lugar en donde seríamos violadas. No me producía vergüenza alguna estar desnuda ante ellos, aunque al ver a Glizia, me sentía algo mas afectada.

Sabía que mi hermana lo estaba pasando muy mal. Al principio todo era maravilloso e incluso adorable. Pero a medida que pasaban las horas...........el cansancio iba apoderándose del cuerpo de las dos. Y lo peor, la violación empezaba, al parecer, a partir de este momento.

Aunque yo me sentía con ganas de intentarlo y sentir la violacion brutal y total, veía a Glizia que no estaba nada fina. Pero que podía hacer ya?. Pero por otro lado Glizia era una maravilla de mujer. Estaba muy bien compuesta y armonizada. Y veía que ellos en esos detalles se fijaban mucho.

Llegamos hasta los stocks que habían seleccionado para nosotras dos. A mí, me apetecía probar esos aparatejos y ser violada............realmente estaba ansiosa por ser violada estando indefensa.

Glizia, estaba claro que lo llevaba muy mal, pero no había retroceso para ella o para mí.

Llegamos a cruzar nuestras miradas. La suya daba auténtica pena, la mía no era mucho mejor. Primero fue Glizia colocada sobre el estocker o cepo..........quedando inmovilizada, cuando cerraron el cepo sobre su cuello y muñecas y la separaron las piernas, para atarla los pies a unas estacas en el suelo. La postura en la que veía y que sería la misma que la mía, dejaba a una chica preparada para la violación y además inmovilizada e indefensa completamente.

Y a continuación yo. Me dejé manipular a su antojo. Y aunque me apetecía ser violada por muchos de ellos, la postura en la me dejaban me hacía sentirme peor que una perra.

Mi cabeza quedaba a la altura de las nalgas de Glizia. Y las mías quedaban a la altura de las suyas. Antes de que pudiera ser capaz de asimilar que iban a hacernos una enorme y larga fila de machos, con sus pollas ya desnudas, se presentaban ante mí.

La misión de cada una consistía en avivar las pollas que nos plantaran en la boca y después limpiarlas de restos. Sin contar con que nuestra vagina o ano serían sometidos a su antojo.

Cuando el primer hombre avanzaba hacia mi boca, sentí entre mis nalgas y vagina, roces de unos dedos y algún que otro pellizco. Y cuando iba a rechistar por semejante trato, una polla se apropiaba del interior de mi boca, con lo que quedé enmudecida.

Podía observar de reojo, mientras la polla se hacía fuerte dentro de mi boca, como quien me penetraba, cosquilleaba a Glizia, del mismo modo que a mi me lo hacía alguien detrás de mí. Al no escucharla gritar o gemir, supuse que ella estaba como yo.

En cuanto la polla cobró su punto de tensión apropiado, se retiró de mi boca para situarse detrás de Glizia y clavársela en su vagina, en una entrada por tiempos. Pero no pude contemplarlo tranquila, ya que una nueva polla se apropiaba de mi boca.

Esta segunda entraba y salía con mayor energía, haciéndome hasta cerrar los ojos alguna que otra vez. Y casi de repente, sentí algo entre mis nalgas y sin mediar tiempo alguno, una polla se había clavado de un solo golpe en mi ano, a la vez que la que tenía en la boca se clavaba en el fondo de mi garganta, lo que me impidió hacer gesto alguno, aunque si cerré los ojos y solté dos largos borbotones de lágrimas.

Enseguida la polla en mi recto, comenzó a correr frenética dentro de mí y al poco el dolor daba paso a un ligero placer. El que tenía en la boca se retiró de mí para intercambiarse con el que acababa de correrse dentro de la vagina de Glizia.

Tuve el tiempo suficiente de jadear y respirar para aliviarme, cuando la polla llena de restos de la corrida, se colocó en mi boca y comencé a lamerla y succionarla suavemente, tragando los restos de esperma que quedaban.

Cuando la polla quedó limpia, se retiró de mí al mismo tiempo que el que tenía en mi ano, se corría en mi interior, sintiendo su lechada caliente como recorría mi recto. No tenía tiempo de distraerme, ya que un segundo después entraba alguien en mi boca, para que acondicionara su polla para Glizia.

Pero podía sentir como un pequeño flujo de esperma y flujos míos estaban cayendo sobre un recipiente de cristal, que teníamos ambas, entre nuestros muslos.

El que tenía alojado en mi ano, se retiró sintiendo un frescor agradable que solo duró un instante, ya que otra polla se clavaba en mi culo de nuevo. Parecía que era mas grande, aunque podía ser la sensación mía.

Tanto nuestras bocas como nuestro ano o vagina, eran asediadas continuamente, ya que los relevos se hacía con una gran precisión. Mas o menos 2 minutos de limpieza de una polla chorreantes y otros 5 o 6 minutos para poner una polla nueva en orden de ataque, sumaba el tiempo que tardaba en correrse quien nos violaba por detrás.

Para distraerme del terrible cansancio de esa violación tan constante y continua, miraba unas veces las nalgas de Glizia y otras los grumos que caían a borbotones sobre el recipiente de cristal. También me gustaba contemplar como era violada en su vagina o ano Glizia. Casi ver como entraba y salía, me parecía que eran las sensaciones que sentía yo en mi propia carne.

Comenzaba a sentir el cansancio, cada vez con mayor intensidad. Había perdido ya la cuenta del número de individuos que habían pasado por mi boca y desconocía también los que me habían penetrado de algún modo, pero desde luego, eran ya muchos. Nuestros cuerpos envueltos en una capa de sudor permanente, junto a nuestros temblores en los muslos, me hacían pensar que llevábamos ya demasiados. Además el sol nos agredía la espalda constantemente y al menos yo, sentía picores en todo el cuerpo.

Cuando a quien calentaba con mi boca se intercambió con quien se acababa de correr el ano de Glizia, pude apreciar que ya no quedaban mas hombres delante de mi cabeza....se trataba del final.

Recibí al que acababa de derramarse dentro de Glizia y lo chupeteé lentamente sabiendo que tendría mas tiempo. Pero fue ese individuo quien se retiró de mí al sentirse limpio ya.

Y así permanecí varios minutos, contemplando como el otro individuo violaba a Glizia en la vagina, con enormes embestidas, similares a las que recibía yo en la mía y que clavaban mis hombros sobre la madera del cepo. Me dí cuenta que los temblores en las piernas de mi hermana, eran demasiado críticos y violentos ya, por lo que deduje que debía de estar a punto de desvanecerse.

Cuando se corrió sobre ella, la sentí gritar. Eso indicaba que ella tampoco tenía a nadie mas esperando...solo a quien me violaba a mí. El que estaba sobre su vagina, se corrió y en pocos chorretones se plantó ante mi boca, que limpié suavemente mientras podía apreciar, como se doblaban las piernas de mi hermana.

Y aunque el que estaba en mi vagina seguía entrando y saliendo como una maquina de romper, observé que los tobillos de Glizia eran desatados y poco después, desaparecía de mi vista sin que supiera a donde se la llevaban.

Terminé de limpiar al que tenía en la boca, al tiempo que el otro se corría dentro de mi vagina. En cuanto descargó una barbaridad de esperma dentro de mi cuerpo en enormes convulsiones, el que tenía en mi boca se retiraba ya. Y como supuse, el que acababa de correrse en mí se plantaba en mi boca. Lo limpie con cierta morbosidad, ya que era captar el sabor de mi vagina llena de mil mezclas con mis propios flujos.

Tres minutos después, quedaba limpio y se retiraba. Pensé que me desatarían de inmediato, pero solo pude escuchar la voz de José, decir :

Intenté mirar por todos lados, pero todos estaban a mi espalda y cuando me sentí impotente de soportar aquello un minuto mas. Grité y grité, pero me ignoraron casi completamente. Alguno, se dignó a darme algún atote en mis muslos y en las nalgas, con lo que mis temblores se agudizaron muchísimo mas.

Me sentía impotente y muy desesperada. Sin Glizia el juego terminaba y yo no deseaba seguir allí ni un segundo mas, por lo que grité e imploré :

Nadie contestó o se acercó hasta mí. Y comencé a llorar desconsoladamente. No se cuanto tiempo habría pasado, permaneciendo en la misma postura y a pleno sol, cuando escuché pasos que se acercaban hasta el lugar que ocupaba.

Pude ver como varios hombres se ponían delante de mí, aunque suponía que muchos me rodeaban. No me tocaban, pero los sentía alrededor. Uno de los que tenía delante, subiendo mi cara de mi barbilla con su mano, me dijo :

Sentí que hurgaban en mis pies y al poco me sentí liberada de los mismos, pudiendo toblar un poco mis piernas que me dolían y temblaban aún. En cuanto retiraron la tabla del cepo que cubría mi cuello y manos, mi cuerpo cayó sobre la ardiente arena incapaz de sostenerse por si mismo.

Ni siquiera miré al que había comentado aquella perversión. Poco a poco, con gran esfuerzo, conseguí incorporarme y cuando conseguí ponerme en pie y mantener el equilibrio miré a la cara de cada uno de los que tenía mas cerca, rodeándome.

Como no tenía opción alguna de negarme y mucho menos de escapar de allí, simplemente les seguí caminando desnuda entre todos. Llegamos al porche y entonces descubrí a mi jefe. Colocaba un taburete de madera con una protuberancia en la base del asiento.

Busqué a José y Enro, pero no había rastro de ellos. Tampoco conseguí señales de Glizia. Y estando en esos pensamientos, alguien me agarró del pelo y me obligó a caminar hasta el taburete. Separé las piernas y me obligaron a sentarme sobre el pequeño falo, pero haciendo que se introdujera por mi ano, hasta que mis nalgas tocaron la madera. Me dí cuenta que la base del asiento tenía una lijera pendiente hacia el centro en donde estaba el falo ahora insertado en mi recto y unos agujerillos por todo el asiento.

Acto seguido, sujetaron mis tobillos a las patas traseras del mismo y mis muñecas a la parte trasera de cabeza. Cuando ya estaba sujetada de nuevo y alguien colocó un enorme bidón entre las 4 patas del taburete.

Se rieron de mí entre chistes y obscenidades. Algunos se paseaban por delante de mi rozando mis pezones, otros por la espalda. Bo es que me causaran dolor en momento alguno, pero me sentía tremendamente mal. Tener ese falo alojado en mi recto, sin poder mover parte alguna de mi cuerpo era muy molesto. Además, me sentía extenuada de la larga sesión de violación a la que había sido sometida.

A pesar de la incomodidad, al menos agradecía poder estar bajo la sombra del porche.

Los hombres se habían dispersado, aunque sin alejarse mucho de mí. Mi entorno estaba cubierto de risas estridentes que me hacían sentir aún mas, mi penosa situación, cuando de repente y sin previo aviso sentí algo que abrasaba mi espalda.

Intenté removerme, pero mis caderas ancladas sobre el falo, me impidieron el movimiento. Y antes de que fuera capaz de asimilar ese dolor que me recorría todo el cuerpo, un nuevo fuego abrasador cubría mi costado.

Grité y grité, mas cuando supe que alguien me flagelaba la espalda y los costados. Y pude apreciar como muchos rostros, aún sonrientes se volvían hacia mí, mientras los latigazos, seguían cruzando mi espalda y mis costados.

Me sentía desesperadamente mal, pero era consciente que era el principio de algo tenebroso y cruel para mí.

En contra de lo que esperaba, aunque lo agradecí, después de 8 latigazos todo cesó de inmediato, sin que escuchase a alguien decir que se pararan esos golpes contra mi cuerpo.

Los que estaban por detrás rozaron mis recientes marcas con sus dedos, mientras me estremecía y resoplaba casi al mismo ritmo que ellos se carcajeaban de sus actos contra mi cuerpo. Y de repente y sin que en un principio supiera que era, sentí un líquido caliente por toda mi espalda, que descendía vertiginoso hasta el asiento del taburete y al filtrarse sobre la rejilla caía sobre en recipiente bajo mi asiento.

Enseguida supe que tipo de líquido era el que me echaban por la espalda. Estaban meándose sobre mi cuerpo desnudo. Lo pude comprobar cuando varios de los que tenía delante, sacaban sus pollas y apuntando a mi cuerpo, vaciaban sus vejigas sobre cualquier parte de mi cuerpo.

Los orines, descendían vertiginosos por diversas partes de mi cuerpo, acumulandose en un torrentera sobre mis muslos y pubis, para terminar filtrándose por la rejilla y caer al recipiente.

El olor que ascendía de debajo de mí y hasta de mi propio cuerpo, eran algo repugnantes, pero no tenía mas opción que soportar cuantas cosas desearan hacerme.

Cuando todos se hubieron vaciado sobre mi cuerpo, me sentí sucia y humillada. Después de inumerables carcajadas, señalándome con sus dedos, se alejaron un poco. Y me quedé sola con mis picores de las sales de los orines, su aroma vomitivo y los primeros insectos que comenzaban a pulular atraídos por ese olor tan penetrante.

Y así terminé de pasar la tarde y comenzar la noche. Me sentía excesivamente cansada, pero no podía dormirme ya que mis caderas y piernas estaban inmovilizadas.

La noche fue angustiosa, tanto que dormitaba hasta que mis caderas lanzaban una punzada de dolor, cuando mi cuerpo tendía a caer a cualquier lado. Hacía poco que había anochecido, cuando comencé a llorar con un gran desconsuelo. Mis hipadas y pequeños gemidos, pronto se iban convirtiendo en lamentos y ligeros gritos de dolor.

Me solucionaron el problema de los lamentos y gritos, metiendo una mordaza de bola en mi boca y dejándomela atada en la nuca.

Si el comienzo de la noche había sido crudo, pasar toda la noche a la intemperie y soportar los picores producidos por los insectos, sumados a la incómoda postura y a mi sueño creciente, fue un verdadero calvario.

Cuando comenzó a amanecer, sentí que la vida volvía a mí, pero estaba temblando de frío y ansiedad. Uno de los primeros en salir al exterior y verme en aquel estado se acercó hasta mí y me retorció los dos pezones a la vez de un modo que me hizo cerrar los ojos del todos y soltar mis últimas lagrimas de los ojos.

Soltó mis pezones y armándose con una fusta muy fina, fue azotando cada uno de mis pechos de arriba hacia abajo y viceversa.

Coincidió en sus últimos azotes con otro madrugador, pero no sé si le di pena o simplemente no le apeteció darme mas látigo, el caso es que tan solo se orinó sobre mis tetas. Aquí ya coincidieron varios con él y todos fueron orinándose sobre mi cuerpo.

Hacía una hora que había amanecido, cuando el último de los hombres terminaba de mearse contra mi cuerpo. Entonces, el que parecía estar un poco al cargo de todas las decisiones, dijo :

Escuché comentarios, risas y una aprobación casi generalizada. No entendía el porqué de las risas y otras cosas similares, hasta que vi acercarse a uno de ellos con un recipiente de cristal y una copa de cuello ancho. Y cuando mis ojos se espantaban ante lo que sabía que pretendían hacerme comer, el jefe dijo :

Mis ojos en blanco, mientras escuchaba semejantes mosntruosas palabras. Pero la mordaza me impidió decir que era lo que pensaba. Y para cuando me fue retirada, ya casi no tenía ánimos de luchar. Así que acepté tragar como fuera aquel líquido viscoso contenido en la copa, pero fijándome en la cantidad que restaba en el recipiente.

Acercaron la copa hasta mis labios y aunque el olor no me desagradó del todo, sentí un nudo que me impedía beber y tragar. Lo resolvieron con iuna serie de 4 latigazos en cada costado, procurando que el cuero cruzase cada una de mis tetas.

Y consiguieron que el nudo en mi garganta se disipara y así pude tragarme el contenido de la primera dosis, procurando no pensar en lo que bebía.

Entre grandes espasmos de mi estómago y algunas arcadas, conseguí ingerir las 8 copas que pusieron sobre mis labios, aunque no pude evitar que largos hilillos de semen corrieran por mis pechos y vientre.

Cuando todo el contenido se hubo terminado, alguien metió su mano dentro del recipiente y apuró parte de los restos de la lechada, huntándola despues sobre mis tetas y vientre, hasta dejar el recipiente listo.

Y una vez testuve asquerosa por dentro y por fuera, se alejaron de mi entre grandes risotadas, para desayunar mas tranquilamente dentro de la casa, mientras yo quedaba fuera llena de vapores pestilentes y un aroma brutal a esperma medio reseca por todo mi cuerpo, que emborrachaban mis sentidos.

******************+ Fin de Atragantadas con su orgullo IV ****************

Atragantadas con su orgullo ( V )

Mi posición extrema, con el falo introducido en mi ano, mi espalda rígida y con mis manos atadas en la nuca y pies también anclados en las patas traseras del taburete, me hacían sentirme muy mal. Cada segundo que pasaba era un calvario para mí.

A esto, añadido que toda la noche la había pasado así, entre picaduras de insectos y además los vapores vomitivos que ascendían a mis fosas nasales, hacían de mi situación algo ya extremadamente insostenible.

Casi ya estaba a punto de gritar, cuando varios de los miembros del club, aparecían ante mí. Venían sonrientes y confortablemente desayunados. Les vi hacer gestos de asco a medida que se acercaban hasta mí. Imaginé que era debido a los olores perversos que rodeaban todo mi cuerpo y que a mí me tenían ya tan desesperada.

Al parecer los menos escrupulosos, se acercaron hasta mí y me toquetearon las tetas y la cara, mientras el jefe algo mas alejado de mí, decía :

No comprendí el significado de sus palabras, pero ya todo me daba igual. Me sentía tan angustiada y desesperada que no creía que hubiera un tormento mayor.

De inmediato, varias manos hurgaron en mis ataduras de muñecas y tobillos, quedando liberada en pocos segundos. Cuando pude apoyar mis pies sobre la ardiente arena, mi cuerpo se agitó y suspiré con un cierto alivio. Con mis manos friccioné todo mi cuerpo, pues estaba entumecida por haber pasado toda la noche en esa postura tan inhumana.

Pero no me dejaron reponerme del todo, ya que tirando de mis ajados cabellos, me hicieron salir del falo y después de rodar por la arena, entre patadas e insultos, me hicieron incorporar, sin importarles los dolores que pudiera estar soportando en aquellos instantes.

Una vez en pie y a base de manotazos y patadas en mis nalgas, me acercaron hasta donde estaba el cobertizo. Uno de los hombres, el que mas me daño me hacía, me hizo entrar y me dijo :

Cada uno de los bolsones estaba hecho de esparto del mas basto. Tenían una cinta del mismo material para ser colgada en el hombro. Caminé con sendos bolsones hasta el final del cobertizo. Había una estantería llena de hierros, herramientas y otros útiles.

Le obedecí sin rechistar. Cada hierro era una barra de unos 30 cm de largo, con un calibre de 2 cm y con una punta muy afilada y la otra roma. Un poco antes de esta última, había una anilla insertada. Guardé el mazo, que pesaba mucho para mis excasas fuerzas ya y los 4 hierros. Vi también las tijeras de podar y las guardé dentro del bolsón. A una indicación de él, me colgué el bolsón en el hombro izquierdo, pero con salida por mi cadera del otro lado.

Sentí el roce molesto del esparto clavarse sobre mi tierna piel, pero lo soporté sin rechistar.

Le obedecí sumisa y guardé todo cuanto él me iba indicando. El peso se había hecho ya enorme y sentía como se clavaba sobre mi sensibilizado hombro izquierdo.

Salimos del cobertizo, con la bolsa colgada y la otra en la mano izquierda. En ella introndujeron el recipiente que había reunido todas las meadas de ellos de la noche y madrugada anterior. Ahora estaba tapado herméticamente y ya no olía. Nada mas colgarmelo de forma contraria a la bolsa de herramientas, sentí que el peso me hacía doblar las piernas.

Otro de los hombres, me entregaba una caja alargada, bastante mugrienta, colocándola entre mis brazos, que dejé en aungulo recto sobre mi cuerpo, para poderla llevar así, a la vez que uno de los hombres me decía :

Asentí, sin siquiera mirarle a la cara. Había una larga caminata a pleno sol y cuesta arriba, cargada con esas cosas que me hacían sufrir a cada paso.

Caminaba lentamente al principio, pero poco a poco, fui cogiendo algo mas de ritmo y mis pasos me hacían ver cada vez mas cerca mi nueva meta. Pero el sol me mortificaba mas de lo que me hubiese imaginado y cuando aún no había recorrido un tercio del camino marcado, sudaba copiosamente y jadeaba a cada paso.

Y lo peor, los insectos revoloteaban sobre mi cuerpo, sin que pudiera quitármelos de encima, ya que mis manos estaban ocupadas por la caja. Sentía también como el esparto rozaba mis hombros y mis pechos al cruzarse ambas cintas entre los mismos.

Seguí caminando, mientras mi desfallecido cuerpo se iba deshidratando un poco mas cada poco tiempo. Y cuando llegué a lo alto de la loma, estaba deshecha y mis piernas temblaban mas de lo conveniente. Mi visión estaba ya algo borrosa, pero aún así pude distinguir al grueso del Club delante de mí.

Era un paraje sin una sola sombra, aunque ellos habían instalado sombrillas y asientos. Y hasta pude ver bebidas refrescantes, que no eran para mí y que no probé, claro.

No sabía el tiempo que habría invertido al ver que quien parecía el cabecilla del grupo, sonreía mirando su reloj. Y terminando por decir :

Me acerqué, temblando mas aún. Y cuando estuve ante él, me dijo :

Ne despojé de las raspantes bolsas y las dejé sobre la tierra áspera y dura. Abrí la bolsa en donde estaban los hierros y el mazo. Saqué las cuerdas y la tubería de goma, que ya sabía para lo que serviría. Después saqué las tijeras de podar, sin que supiera que fin podrían tener. Cogí los cuatro hierros que pesaban bastante en una mano y con la otra saqué el mazo. Y me dirigí hasta donde ya me esperaba mi dictador.

Coloqué el hierro en el lugar indicado y cogiendo el mazo intenté golpear contra la parte alta del hierro, pero no tenía fuerzas para hacer semejante cometido. Así de cogí el mazo de la madera mas cercana al mismo y comencé a golpear, despacito hasta conseguir que el hierro ya no se moviera.

Cuando cogía el mazo con ambas manos, le escuché decir :

Y se fue sin mirarme siquiera. Cogí el mazo con ambas manos y comencé a golpear el hierro, haciendo que se introdujera dentro de la dura tierra. En cuanto quedó a la medida que él me había dicho, me separé ya sudando a chorros y cogí un nuevo hierro para clavarlo en el lugar marcado en la tierra.

Pasados 10 minutos y con dolor en mis manos, cubierta de sudor y apestando corporalmente mas a cada segundo que pasaba, me dirigí hasta donde los hombres se encontraban. Estaban bebiendo, lo que hizo que mi sed arreciase un poco mas.

Nada mas ver como me acercaba, se levantó y dijo :

Y paso por delante de mí, empujándome. Que hizo que cayera al suelo, aunque me levanté lo antes que me fue posible.

Me apresuré con mi caminar cansino, aunque forcé un poco mis pasos para que no se enfadara conmigo y cogí las tijeras de podar, regresando a un trote que casi no podía soportar ya.

Apresure mas mis pasos inestables y llegué hasta donde él me aguardaba. Y ambos, nos dirigimos unos 30 metros mas allá hasta una zona poblada de bambú muy joven. Entonces, me dijo :

Me acerqué con las tijeras de podar y eligiendo un tallo fino y verde, corté por donde creía que mediría un metro. Y me apresuré a llevárselo para su revisión.

Simplemente, asentí. Y en cuanto se hubo alejado, me dispuse a cortar los tallos indicados. Llevaba unos 24 tallos y ya sentía ligeros dolores en mis manos y espalda. Seguí y seguí hasta creer que ya estaban los 60 indicados.

Los distribuí en el suelo y los puse en grupos de 10, para poder contarlos mejor. Me dio rabia, porque aún me faltaban 6 tallos. Me apresté, entre enormes esfuerzos a cortar los restantes. Y tras dejarlos sobre la tierra, comencé de nuevo el recuento.

Y sí, ya estaban los 60 tallos cortados. Los apilé y los cogí del suelo, con grandes dificultades, consiguiéndolos al cuarto intento y caminé hasta donde estaban los hombres.

En cuanto me vieron aparecer, varios hombres acudieron a mi encuentro, a la vez que el cabecilla decía :

Ni siquiera podía llorar ya. Las lágrimas se agotaron en el transcurrir de la noche. Aunque los síntomas eran los mismos y mis ojos se sobre cargaban por la tensión. Cada uno de los miembros del Club fue cogiendo un tallo, hasta quedar liberada de semejante peso.

No dije nada mas y me apresté a seguirle a menos de 1 metro. Era una larga caminata, bajo un sol que me derretía por segundos. Además, mis pies estaban ya muy sensiblilizados por la rugosidad áspera del terreno.

Caminaba ya con cierta dificultad tras él, que llevaba la tijera de podar y el tallo que había seleccionado de los 60 que había cortado minutos antes. Puede ver que se dirigía hacia una explanada llena de cardos y pensé que deseaba mortificarme, haciéndome caminar por entre ellos.

Pero mi sorpresa fue total, cuando apenas nos habíamos adentrado 5 metros dentro de aquella maraña de pinchos que martirizaban mis piernas, me hizo detener, diciendo :

Sus palabras, me dejaron anonadada completamente. Máxime teniendo en cuenta que cada planta de aquellos cardos, medía mas de 20 cm de alto por otros tantos de contorno.

Observaba como con la tijera de podar, cortaba cada planta justo en el comienzo de la ramificación de las ramas. Me daba pánico observar las puntas afiladas de los cardos de púas y las hojas espinosas de los otros tipos.

Me abofeteó la cara con varios manotazos al quedarme como embobada por lo que acababa de escucharle decir. Tras los bofetones, llegué a exclamar :

Me sentí muy mal, ante semejantes órdenes....y sobre todo cuando arrojó la tijera de podar 12 metros mas allá de nuestra posición, indicándome que las buscara y que comenzara a cortar en esa zona.

Aunque mi angustia y mi cansancio, hacian ya mella en mi cuerpo, en cuanto él se fue abandonándome bajo el tórrido sol en ese océano de cardos silvestres.....me afané en buscar las tijeras de podar y terminar cuanto antes tan ingrata tarea.

Pero a cada paso que daba las púas buscaban mi piel desnuda y me punzaban sin piedad. Conseguí descubrir las malditas tijeras, pero no había forma de cogerlas, sin pincharme casi todo mi cuerpo. Los cardos eran enormes y además muy frondosos.

Intenté separarlos con mis manos, pero las punzadas me hacían desistir. Sabía que debía coger las tijeras y pasar por allí varias veces, para poder cortar del sitio señalado.

Era todo tan terriblemente doloroso, que mi sufrimiento iba mermando mi capacidad de resistencia. Aún así y sin reparar en los pinchazos que recibían mis costados y caderas, conseguí llegar hasta las malditas tijeras.

Cuando las tuve en la mano, recapacité y llevar 10 plantas de aquellas, sin protección alguna por un camino lleno de piedras y tierra, traicionera y resbaladiza, suponía sufrir mil suplicios para recorrer los 200 metros que me separaban del grupo.

Me decidí a apilar las que fuera cortando sobre uno de los cardos mas grandes, así al menos me evitaría pinchazos innecesarios. Pero mi escenario era perverso, ya que no podía cortar tallo alguno sin utilizar mis dos manos y además apoyar mis tetitas ya muy sensibilizadas contra las sádicas púas de los cardos.

Sin embargo y a pesar de las punzadas dolorosas en mis pechos y costados, conseguí abrir un pequeño hueco en donde poder trabajar, sin sentir las punzadas constantes. Cortaba una planta y la colocaba sobre uno de los cardos gigantes que había selleccionado para que me sirvieran de mesa.

Cuando hube cortado unos cuantos, los conté entre pequeños quejidos al pincharme con sus púas agresivas. Tenía 6 manojos y debía llevar 3 grupos de 10, pero los 6 que había cortado ya abultaban demasiado para poderlos coger de una vez.

Por mi mente recorrió toda la perversión a la que me estaban sometiendo aquellos infames. Y lo peor era que no podía decir que no. Estaba sola y a merced de ellos completamente. Mientras estaba en estos pensamientos que apagaban algo mas el poco espíritu del cual aún disponía, decidí sacar fuera de aquel laberinto de agrasividad, los que ya tenía cortados.

El sol estaba casi en su cénit, pero el calor era mas que sofocante. Como pude y vadeando los cardos de todo tipo que encontraba en mi camino al exterior, aunque pinchándome los muslos y piernas, conseguí llegar al exterior de aquella pequeña selva, depositando los 6 manojos en la arena rígida y calentada.

Y volví a por los cuatro que me faltaban para completar el primer envío. Los corté y los saqué también al exterior. Cuando los apilé junto a los anteriores, puede ver que en mis manos no podría llevarlos todos. Necesitaban de un apoyo para poder dar alguna garantía de que no cayeran por el camino.

Los entrelacé los mejor que pude, a pesar de mis infinitos dolores por cada pinchazo en mis manos y dedos. Aún apilados y entremezclados abultaban demasiado como para poderlos sujetar con solo mis manos. Lo intenté de todos modos, pero nada mas dar el primer paso, la carga se vino contra mi cuerpo y mis tetas fueron las receptoras de semejante envío.

Nada mas sentir las punzadas en mis pechos y sobre todo en los pezones, grité y solté el fardo, mientras me tocaba las partes punzadas con mis manos. Sabía que tenía que darme prisa, porque si se les ocurría venir a verme, seguro que padecería un montón.

Volví a coger el fardo, que no se había deshecho al dejarlo caer al suelo y lo acerqué hasta mis pechos, teniendo especial cuidado de que mis pezones quedaran libres de algún contacto. Sólo fue una sensación de un segundo al clavarse ligeramente las púas sobre mis pechos. Pero casi al instante, pasó el efecto debastador y conseguí coger el camino de 200 metros de recorrido, por el que se llegaba hasta donde ellos me aguardaban.

Cuando me vieron aparecer, recibí un aplauso, que me descompuso mas aún de lo que ya estaba. Me indicaron en donde debía dejarlo y salí disparada de ahí para conseguir un nuevo fardo de 10 cardos.

Corté y reuní dos nuevos fardos de 10 matas cada uno y cogiendo uno de los dos, lo llevé hasta el lugar adecuado. Me hicieron colocarlo al lado del primer envío. Y rápidamente me alejé para traer el tercer fardo.

A los pocos minutos estaba ante ellos con el tercer lote de cardos. Lo dejé colocado junto a los anteriores y volví a alejarme, para cortar los 20 cardos de hoja espinosa.

Cortar estos, fue mucho mas fácil y menos doloroso. Pero reunirlos todos, era algo imposible. Así como los otros unas púas se entrecruzaban con otras, con este tipo de cardos no sucedía igual. Me las ingenié para entrecruzar las hojas espinosas de uno con las del otro. Pero no tuve mas remedio que pegarlos a mi cuerpo, bajo caida inminente de las matas.

Y llegué entre grandes estertores y chorreando sudor hasta donde me esperaban todos, bien guarecidos bajo las sombras de los frondosos árboles.

Al verme aparecer, me indicaron que debía colocar hoja a hoja, sobre el anterior depósito. Me costó un nuevo esfuerzo, pero conseguí separar las hojas e irlas colocando sobre los cardos de púas. La altura total de de todo el conjunto debía de ser de unos 30 cm y con medio metro de ancho y un largo de casi un metro.

Varios de ellos estuvieron supervisando todo el conjunto durante varios minutos, mientras mis muñecas y tobillos iban siendo atados con cada una de las 4 cuerdas.

Y entonces, la voz del que parecía llevar el gobierno del grupo, dijo :

Esas palabras me aterrorizaron mas aún de lo que ya estaba. Sabía que los cardos iban a ser para mortificarme de algún modo. Pero no esperaba mas torturas parciales.

Obedecí, aunque con un enorme terror dentro de todo mi ser y me quedé a 4 patas, con mis piernas y brazos bordeando la cama espinosa. Mis pezones casi rozaban las hojas espinosas. Al mas leve movimiento de mi espalda, mis pezones serían los primeros castigados con lo que tenía ante mí.

Procuraba mantener mis piernas lo mas estiradas posibles, al igual que mis brazos con lo que conseguía mantener mis pechos a una prudente distacia de 10 cm de ese colchón infernal. Aunque la postura era muy incómoda, me sentía aún con fuerzas para poderla mantener. Entonces, la voz de aquel cabecilla, resonó terrorífica en mis oídos, al decir :

Esas palabras, que significaban que podrían darme 120 latigazos con los tallos verdes de bambú, unido a mi cansancio y además a la posición tan forzada que mantenía, me hicieron comenzar a temblar. Para colmo y para que no pudiera recoger piernas o brazos, las cuerdas habían sido ya atadadas a las argollas de los hierros que horas antes había clavado en la tierra.

Uno de los hombres y que al parecer era quien supervisaba mi estado fisiológico, dijo :

El cabecilla de todos mis torturadores, asintió y quien había hablado se acerco a mí y clavándome una aguja larga en el pecho izquierdo, inyectó la sustancia dentro de mi cuerpo.

El efecto fue casi inmediato. Me sentí fuerte y con ganas de vivir, pero también me sentí incómoda, por tener que mantener esa postura.

Y comenzaron a desfilar ante diversas partes de mi cuerpo, descargando uno o dos azotes sobre la parte de mi cuerpo que mas deseaban. Así, mis nalgas primero y mi espalda y muslos después fueron masacradas por los azotes constantes y continuos de cada uno de ellos.

Después del 10º azote, mi mente comenzaba a rebelarse y mis jadeos se hacían mas patéticos, aunque seguí con fuerzas suficientes para poder soportar mucho mas. Sentía el cuerpo cruzado de verdugones, aunque no excesivamente pronunciados, pero aunque mis pechos no habían cedido mucho terreno, mis piernas ya comenzaban a sentir cierto temblor, lo que me hacía presagiar que en cuando mis brazos se contagiaran de aquel temblor, mis pechos y el resto del cuerpo, se verían amenazados con las punzantes hojas de aquellas malditas plantas.

Los azotes eran continuos y sin descanso alguno, siempre seguidos de imprecaciones y risas de muchos de ellos. Cuando ya habían pasado sobre mi cuerpo las varas de unos 40 socios, me sentía sin poder y control para sujetar mis brazos y piernas, cuyos temblores me hacían presagiar el desplome de mi cuerpo sobre aquel colchón tan sádico.

En un minuto de debilidad y sin que cesaran los azotes sobre mi cuerpo, mi cuerpo rozó a ráfagas el lecho punzante, siento mis pezones y pubis los primeros afectados, pero que a toda costa intentaba alejarlos de aquellas sensaciones infernales.

Cuando los azotes hubieron cesado, mis lágrimas caían raudas sobre aquel colchón a la vez que mis convulsiones eran perceptibles totalmente.

Escuché comentarios y risas escandalosas, mientras alguien hurgaba en mi ano, introduciendo una goma en forma de pene. Lo soporté sin quejarme para nada, pero quien tenía la autoridad, se acercó hasta mi cara y me dijo :

Ni siquiera le respondí. Sabía que los enemas serían muy crueles para mi interior y que serían realizados con sus orines de la noche anterior, ya recalentados por el sol del día y además algo gasificados por las reacciones internas de los elementos químicos de la urea.

Estaba segura de no poder soportar, ni tan siquiera el primero. Y me sentí simple y vulgar al tener que estar recibiendo ese tipo de trato por todos ellos.

Cuando conectaron el primer enema, sentí el líquido, bastante caliente colarse por mi recto y llenarme toda por dentro. Me sentía como a punto de reventar, pero los orines seguían circulando dentro de mi intestino, hasta que terminó la primera dosis.

Me sentía convulsa en todo mi cuerpo, pero principalmente en brazos y piernas, que me picaban aún de los azotes recientes. El primer enema estaba colocado y debía soportarlo hasta que ellos decidieran quitarme el tapón de mi ano. Pero, para hacérmelo mas difícil, me toqueteaban constantemente, sobre todo mi vagina y mi vientre, que estaba hinchado por la enorme candidad de líquido.

A la media hora de estar padeciendo los efectos mortificantes del primer enema, me dejaron evacuar todo el contenido de mi interior. Sentía mi ano como un sifón a presión. No me importó soltar todo lo que tenía dentro, ante las miradas de unos y otros, acompañadas de unas risotadas humillantes para mí.

Mi cuerpo se estremecía sin que pudiera controlarlo, cuando ya me estaban colocando la goma en forma d epene, para el segundo enema.

Y vuelta a lo mismo, pero mi cuerpo ya temblaba desde mucho antes de comenzar la irrigación. A cada convulsión, sentía mis pezones y vagina, punzarse con el colchón. Intentaba por todos los medios, no perder el control. Pero a cada segundo que pasaba y mientras el líquido perverso se apropiaba de cada rincón interno de mi cuerpo, me sentía mas floja y temblorosa.

Y terminé por caer sobre aquel infierno de púas, apoderándose de cada parte sensible de mi cuerpo. Grité y grité, pero a pesar de la monstruosidad de sensaciones sobre mis partes mas sensibles y mientras algunas púas traspasaban limpiamente mis pechos y vientre, el enema seguía su curso.

Cuando estuve rellena con otro litro de orines y mientras me retorcía llena de angustia en mi lecho espinoso, escuché las carcajadas de cada uno de los que me rodeaban. Pocos minutos después, me quitaban el tapón y mi cuerpo se convulsionaba al expeler los líquidos almacenados, sintiendo nuevas y mas terribles punzadas en mi partes sensibles e indefensas.

Y de ese modo, me colocaron el tercer enema. Pero quisieron ahorrar tiempo y decidieron llenarme completamente con los algo mas de tres litros que quedaban.

Pensé que la vida se me iba en aquel momento, pero alguien hábilmente se percató y me fue colocada una nueva inyección que me hizo soportar el tormento sin que me desvaneciera.

Cuando se me permitió liberar mis intestinos de aquel líquido corrosivo, me sentí morir y revivir muchas veces seguidas, hasta que quedé latente y sufriendo las punzadas de las plantas que agredían mis tetas y vientre.

Tensaron entonces las cuerdas de mis extremidades y me dejaron en aquella postura por espacio de media hora, mientras se iban a tomar un refrigerio.

En cuanto regresaron a mi lado, me aflojaron las ataduras y entre varios, me giraron, para que pudiese quedar tumbada sobre mi espalda y nalgas. Y volvieron a atarme muy tensa en los cuatro anclajes.

Y cuando estuve tensa y llena de mil malditas laceraciones de dolor, decidieron que mientras comían, tomara el sol con mis amigos los insectos, pero algo mas motivada. Y procedieron a frotarme manojos de ortigas por las axilas, pechos y sobre todo por la vagina y el ano.

Me quedé rabiando para mi misma, debido a la mordaza que me habían colocado segundos antes. Y se alejaron de mí, dejándome a pleno sol, muerta de sensaciones perversas y rodeada de toda clase de insectos, en una nube de olor indescriptible.

Al cabo de unas dos horas escuché unos pasos que se acercaban hasta mí. Sentí las manipulaciones en las ataduras de mis muñecas y posteriormente en las de los tobillos.

Me sacaron de aquel colchón sádico tirando de mi cuerpo y siendo arrastrada sobre mis pechos y vientre por la tierra rugosa y ardiente de la tarde.

Pusieron un cepo de madera en mis muñecas y cuello. Y colocaron una barra entre los tobillos, izándome a continuación de los pies y quedando colgando de modo inverso.

El cepo, me retenía cabeza y manos aisladas del resto de mi cuerpo. Tan solo podía ver el suelo y los pies de quienes se acercaran frontalmente hacia mí. La sangre se agolpaba en mi cabeza, cuando escuché la orden de que fueran castigadas todas las partes sexuales de mi cuerpo, sin miramiento alguno.

Y los azotes, imagino que con las mismas varas de bambú, comenzaron a cruzar mis nalgas y muslos, sin control alguno....pero había quienes me asestaban los latigazos, surcando mi canal vaginal y anal, algo que me hacía volverme loca completamente. No podía gritar, debido a la mordaza. Y tampoco removerme, debido a la posición tan forzada.

Después de innumerables azotes aterradores, que hicieron que cualquier parte de mi cuerpo estuviese masacrada, les escuché decir que rellenarían mi vagina con un tarro de miel. Esta caería por su propio peso y al estar tan caliente, se iría colando dentro de mi vagina.

Media hora mas, hasta que mi vagina quedó saturada de miel. Y entonces, sentí que me desataban. Ni siquiera, tras tomar tierra de nuevo, tuve que caminar. Me arrastraron por el suelo hasta otro lugar y ataron mis pies cruzados uno sobre el otro, mientras me dejaban sentada en el suelo.

De los extremos del cepo que sujetaba mis manos y cabeza, metieron unas barras que terminaron por clavar al suelo. Sentía un cosquilleo molesto en mis partes sexuales, pero lo achacaba a las sensaciones perfidas de los latigazos y las ortigas.

Mi mundo se derrumbó a la media hora siguiente, cuando pude apreciar, como por el cepo, en la parte que para mi era visible, aparecían varias hormigas....y pocos segundos después, varias mas.

Y entonces interpreté lo que me estaba sucediendo. Me habían sentado sobre un hormiguero o muy próximo a él. Y mi mente, no quiso o no supo, asimilar esa perversidad.....y mis sentidos comenzaron a aflojarse y alejarse de la luz, hasta la mas profunda oscuridad.

Poco a poco, mi vida se iba escapando. Ya no sentía dolor, ni sensaciones extrañas....la lasitud se apoderaba de mí con manos agigantadas.

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Escuchaba voces lejanas.........voces, que me sonaban familiares, pero que no conseguía interpretar....Cada vez mas cercanas. Algunos movimientos en un cuerpo que no sentía.....la luz se apagaba dentro de mí.....y me sentía bien. Era libre al fin.

La luz se cortó por un espacio de tiempo insignificante......cuando sentí de nuevo voces, pero algo mas suaves y susurrantes.....

....poco después algo de luz volvía a mi mente y pensé que estaba en ese otro lugar en el que el cuerpo no servía para nada.

Unos instantes después, sentía nuevas voces....y algo que pinchaba mi cuerpo. No deseaba volver al horror. No sería justo. Pero las voces eran distintas, casi animaban a volver para saber que sucedía.

Volví de algún modo para poder ver la luz, una luz distinta, extraña.......pero además había imágenes distintas......por un instante, creí ver a José ante mí....pero lo asimilé como un espejismo de mi tiempo pasado.

Las voves, cada vez eran mas audibles.....y casi los objetos y aquellos seres, los veía bien, aunque borrosos.

Minutos después, aunque extremadamente débil y sin fuerzas para mover parte alguna de mi cuerpo, le ví......era José.

No podía ser........no podía ser........

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El me hablaba y me decía cosas que mi mente no era capaz de reproducir, pero le sonreí para tornar de nuevo al mundo de mis sueños, en donde la paz era mi propio vehículo.

La luz se iba desvaneciendo progresivamente.........

.....pero la paz interior crecía y me envolvía en la misma medida..............

**************** Final de "Atragantadas con su orgullo" ******************

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